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viernes, 1 de febrero de 2008

UN POCO DE POLÍTICA

La forma de gobierno de Serbia es una república parlamentaria. El actual presidente se llama Boris Tadić, líder del Partido Demócrata (DS), que competirá otra vez con el vice presidente del Partido Radical Serbio (SRS) - Tomislav Nikolić - en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Serbia, que se celebrarán el 3 de febrero. El gobierno está integrado por miembros del Partido Democrático de Serbia (DSS) y sus aliados de la Nueva Serbia (NS), el Partido Democrático (DS) y el G17 Plus, y el Primer Ministro es Vojislav Koštunica, líder del DSS, aunque su partido no ha obtenido la mayoría de los votos en las elecciones pasadas. El parlamento de nuestro pequeño país tiene aún 250 miembros, que se pagan con los impuestos de nosotros, pobres ciudadanos.
Según la constitución y la ley, los electores en Serbia tienen derecho a votar un nuevo gobierno cada 4 años, y un nuevo presidente cada 5. Pero, como la escena política en Serbia es muy turbia, casi todas las elecciones son antes. 

Serbia era parte de Yugoslavia, país que estuvo bajo el régimen de Josip Broz Tito y su Partido Comunista de Yugoslavia, formado, por las repúblicas de Croacia, Bosnia y Herzegovina, Eslovenia, Macedonia y Montenegro, a menos que Serbia. Después de la separación de la última república – Montenegro – en junio de 2006, Serbia ganó su independencia, es decir quedó abandonada ☺



Durante los años noventa el país estuvo bajo el autócrata Slobodan Milošević, que condujo Serbia a las guerras y lo aisló totalmente de la comunidad internacional. 
El embargo, la pobreza, el hambre, las guerras, el nacionalismo, el temor, el terror y las protestas contra el régimen marcaron esta década, que terminó con el bombardeo de la OTAN en 1999. Un año después, Milošević perdió las elecciones presidenciales, pero desmintiendo la derrota provocó la revolución que, hoy forma ya parte de la historia de Yugoslavia. El 5 de octubre de 2000, La Oposición Democrática de Serbia (DOS) hizo un llamamiento a una revolución pacífica. Casi un millón de manifestantes, que llegaron de varias partes de Serbia, se reunieron en las calles de Belgrado. El Parlamento y el edificio de la televisión estatal estuvieron en llamas, pero una cosa estuvo segura en ese momento, ¡Está acabado!*





En diciembre del mismo año se celebraron las elecciones parlamentaria, las que la Oposición Democrática Serbia (DOS) ganó, y su coordinador y líder del Partido Demócrata (DS) Zoran Đinđić (Djindjic) consiguió llegar a primer ministro. Comenzó una época de oro que duraba tres años. Zoran Đinđić entregó al ex presidente Slobodan Milošević (acusado de limpieza étnica en Kosovo y Croacia, y de genocidio en Bosnia) al Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya. Serbia fue reconocido como un país democrato, entrando en las Instituciones Internacionales. En su camino por cambiar, innovar y lograr la modernización del país, Zoran Đinđić fue asesinado frente al edificio del Gobierno, el 12 de marzo del 2003. Cientos de miles de ciudadanos en absoluto silencio dieron el último adiós a primer ministro, poniendo las flores por las calles de Belgrado.
Dos de los 12 inculpados en total, han sido condenados a penas de cárcel de 40 años; nueve a penas de 30 y 35 años; uno a 8 años de carcel y cinco de los inculpados aún están fugados. Todos son miembros de la poderosa mafia conocida como "el clan de Zemun", y los dos principales condenados, Milorad Ulemek y Zvezdan Jovanović, eran los líderes de la Unidad de Operaciones Especiales (JSO) de la Policía. Sin embargo, el trasfondo político del asesinato todavía no ha sido esclarecido.

A pesar de todo, Serbia es hoy un país en transición que va de camino hacia la democracia y la Unión Europea. Hay muchas barreras en este camino, pero la más grande es el futuro estatuto de Kosovo, la provincia del sur de Serbia administrada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1999. Su estatuto internacional está en vías de definirse. Aunque, formalmente, todavía forma una parte de Serbia, el gobierno serbio en la práctica no tiene participación en la autoridad ejecutiva. La historia del problema es muy complicada y sería necesario mucho tiempo y paciencia para explicarlo. Brevemente, el conflicto es muy largo y profundo, y casi infranqueable. La mayoría de la población de Kosovo es albanesa, y siempre ha intentado obtener la independencia. El régimen serbio reaccionó con fuerza militar provocando un conflicto que culminó en 1999, cuando la OTAN intervino para prevenir una limpieza étnica de los Albaneses. Desafortunadamente, la misión de las fuerzas internacionales (KFOR y UNMIK) no pudo prevenir la revancha de los Albaneses y el acto de limpieza étnica de los Serbios, que se está produciendo desde el fin de la guerra. A partir de las otras repúblicas de Yugoslavia, Kosovo núnca ha tenido el estatuto de república, sino que siempre ha sido provincia de Serbia. Sin embargo, hoy está más cerca que nuca de su objetivo. Se supone que el gobierno de Kosovo va a proclamar la independencia después de las elecciones presidenciales de Serbia y ya se especula con las fechas: el 6 o el 17 de febrero o el 9 de marzo. En su camino por «la libertad» lo apoyan Estados Unidos y todos los países principales de la UE, que planean reconocerlo. Serbia tiene el apoyo de Rusia, en su posición de no admitir un estado real e inevitable.

Evidentamente nos espera un año muy intenso, pero que va a traernos varias soluciones. Lo más probable es que unas serán malas y otras buenas, pero cualquier que sea la solución para Kosovo, espero que se vaya a poner un punto final al problema que obstruye otros más importantes. Lo que está en el focus estos días, son las elecciones presidenciales. La primera vuelta se celebró hace casi 2 semanas. Dos candidatos distintos en su política competirán en la segunda vuelta: el ultranacionalista Tomislav Nikolić y el pro-europeo Boris Tadić. 



Se puede decir que la historia se repite, porque los mismos candidatos midieron las fuerzas en 2004, cuando Serbia escogió seguir hacia la integración europea. Espero que la historia se repita otra vez, aunque las encuestas nos dan razones para estar preocupados.


* El célebre eslogan de movimiento OTPOR (resistencia), un grupo de estudiantes activistas: "Gotov je!": "¡Está acabado!" Todos sabían a quién se refería.


Vera Vojvodić